¿ves esto? Se llama corazón y sirve para amar, no para jugar
¿ves esto? Se llama corazón y sirve para amar, no para jugar

imágenes de desamor, imágenes de desengaños amorosos, corazones rotos, desamor
Manual para corazones rotos
Llegué corriendo a casa. Apenas encontré las llaves dentro
de mi bolsa y temblando abrí la puerta. A mi paso parecía un huracán y
ni siquiera le regalé una mirada al pasillo. Me fui quitando las
prendas, tirándolas sin razón alguna, hasta que llegué a la tina. Me
metí a ella, esperando que mis lágrimas la llenaran.
Necesitaba un manual para curar un corazón roto y no sabía dónde encontrarlo.
Ya había intentado todos los remedios caseros que me sabía:
altas cantidades de helado, hablar hasta el cansancio del chico en
cuestión con diferentes personas, escuchar a mi mejor amigo diciéndome
una y otra vez lo feliz que estaba porque por fin me había separado de
ese hombre que sólo me estaba “robando la energía e impidiendo ver el
camino hacia delante”. Es más, hasta le conté a mi ex lo que estaba
pasando y él, con una sonrisa, me dijo: “ya quítate lastres de encima”.
Nada de eso me hacía sentir mejor. ¿Han sentido cómo se les
demorona el corazón dentro del pecho? Pues así me sentía. No puedo
estar sin ti de Moenía sonaba tan real dentro de mi cabeza. Me dolía
mucho que la primera vez que nos dijimos “Te amo” fuese cuando decidí
separarme de tu corazón. Tus palabras asegurándome que todo iba a
mejorar sólo me dieron más desconsuelo. Siempre supe que todo sería
hasta que debiera ser, pero aún así las despedidas son una joda. ¡Odio
despedirme¡
Busco en los resquicios de mi razón sólo un pretexto para
dejar de amarte, para convencerme que en realidad eres ese hombre
horrendo que te has empeñado en enseñarme, que no hace más que
lastimarme y con el que me siento más sola de lo que he estado en tantos
años, pero no puedo. Veo a cada momento la persona que me fue
convenciendo poco a poco de que existía una lluvia de estrellas bajo
cada beso que me dá. Estiro mi mano y te encuentro ahí, preocupado por
mi salud, por mi espacio, por mi tránsito por la vida.
Trato de entender en qué momento la propia mente se
convirtió en tu verdugo y no lo encuentro. Recurro a los laberintos y
todos me llevan a quien eres ahora. Ese ser extraño que está en
constante conflicto con si mismo, enojado con el mundo, frustrado y que
ha perdido el camino hacia el lado iluminado de la fuerza.
Entonces escucho canciones que me ponen cada vez más
triste. Claro, cuando una cree que tiene el corazón roto no hay mejor
forma de aliviarlo que atormentarlo, hasta que el pobrecillo decide
dejar de latir. Eso nos encantaría. Pero no, el corazón decide
levantarse, sacudirse la mierda que lo rodea y seguir latiendo. Muy a
pesar de nuestros 20 litros de helado, las canciones más tristes que
podamos escuchar, horas enteras de lágrimas por un sueño roto y las
pláticas interminables sobre cómo esa persona ya no es la adecuada para
nosotros.
Dibujo figuras deformes con los dedos en la suave
superficie de la tina. Garabateo tu nombre una y otra vez. Me escucho
tararear Roads de Portishead. Ya no quiero llorar más. Ya no puedo. Te
he enterrado demasiadas veces en mi mente y ahora estoy en el mismo
lugar, entre Dr. Jekyll y Mr. Hyde.
Siento cómo el agua fría arruga mi piel, me aburro de estar
sólo ahí, triste y lamentándome de cómo un acto pasional terminó en una
clásica historia en que dos prersonas no saben cómo dejar de estar
juntas.
No, no encontré un manual para un corazón roto. El corazón
tiene el poder regenerativo de poder seguir amando, aún cuando la psique
de la persona esté patéticamente obsesionada con la misma situación en
un loop interminable.
Me pediste que te esperara. Que tenías que vivir
intensamente el extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde, llevándolo hasta
sus últimas consecuencias. Yo te prometí esperar, sin saber que yo
también me encontraría inmersa en esa trama con mis propias emociones.
¿Qué haces cuando la persona de la que te enamoraste se
encuentra lejos de ella misma? Aquí ya no existen las pastillas para no
soñar.
Por ahora todo lo busco son manuales para algo que yo sabía
no podía ni quería hacer. No quiero olvidarte, no quiero que estemos
lejos, no quiero estar sin el sabor de tu piel en mis huesos, pero el
hecho es que no estamos juntos.
De momento, mi mente transita por un disco de Mars Volta,
buscando que, cuándo por fin pueda encontrarse contigo, estemos
escuchando el mismo disco. Me envuelvo en la toalla y camino hasta la
habitación. Está justo ese rayito de sol reflejado en la duela que hace
pensar que no hay nada más importante en el día. Lo sigo mientras decido
decorarlo con las gotas que escurren de mi cuerpo.
Paseo por la habitación como si fuese mi última vez ahí. Escucho que me ha llegado un mensaje a mi celular y decido abrirlo:Hay momentos en que no logras encontrar las palabras exactas para expresar tus sentimientos. Este es uno de ellos. Solamente gracias, por ser como eres y por estar en mi vida. Te amo.
Me emociono, sudan mis manos. Se me escurren las lágrimas
(de nuevo) y escucho a mi propia voz decir: “yo también te amo”. Pongo
Love is rare de Morcheeba y cuando quiero contestar el mensaje, me doy
cuenta que viene de un remitente desconocido.
¿Alguien ha visto mi manual de corazones rotos por acá?
No hay comentarios:
Publicar un comentario